Grandes decomisos de cocaína en Europa, República Dominicana y Francia, han dejado evidenciada la administración de los puertos en Honduras.
Los hallazgos de grandes cantidades de cocaína en buques que zarparon de puertos hondureños y guatemaltecos revelan las dificultades para garantizar, en el trecho norte de la costa caribeña de Centroamérica, la seguridad de las operaciones de envíos marítimos.
Funcionarios aduaneros del puerto de Le Havre al norte de Francia descubrieron 1,4 toneladas de cocaína ocultas en un contenedor que transportaba café, según un comunicado oficial expedido por las autoridades francesas el 19 de mayo.
El cargamento había zarpado el 6 de abril de Puerto Cortés, el mayor puerto comercial de Honduras en la costa del país sobre el Caribe, como informó La Prensa. La carga cambió de nave en República Dominicana antes de arribar a Francia, donde fue marcada e inspeccionada por agentes aduaneros franceses.
Este decomiso de cocaína es el “tercero en volumen hecho por las autoridades fronterizas en Francia en los últimos siete años”, señaló Gérald Darmanin, ministro francés de acción y cuentas públicas (Ministère de l’Action et des Comptes Publics). Destacó que el alijo representa una pérdida de más de 100 millones de euros (unos US$110 millones) para la red criminal que organizó el cargamento.
En enero de 2019, la policía italiana descubrió casi 650 kilogramos de cocaína, valorados en US$148 millones, en el puerto de Livorno, también en un cargamento de café que salió de Puerto Cortés.
En junio del mismo año, a poca distancia hacia el norte de Puerto Cortés, las autoridades guatemaltecas incautaron más de 5,8 toneladas de cocaína en un contenedor naviero en Santo Tomás de Castilla, puerto manejado por el gobierno en el departamento de Izabal. La cocaína fue hallada por perros detectores de drogas.
Menos de tres meses después, en el mismo puerto, las autoridades hallaron 500 paquetes de cocaína oculta en seis contenedores navieros que habían llegado a Guatemala desde la ciudad portuaria de Cartagena, en Colombia.
Análisis de InSight Crime
Las deficiencias de seguridad en los puertos hondureños y guatemaltecos los hacen atractivos para narcos que buscan abastecer el mercado europeo de drogas.
Puerto Cortés en Honduras depende de sistemas de rayos gama, escáneres de gran potencia capaces de penetrar el acero, para inspeccionar los 1,2 millones de contenedores que pasan cada año por el puerto, según una declaración que envió por correo electrónico a InSight Crime la Comisión Nacional de Protección Portuaria (CNPP) de Honduras.
Pero solo el 0,017 por ciento de esos contenedores se envía posteriormente a una inspección física si hay sospecha de que oculta drogas ilícitas, señaló la CNPP.
En octubre de 2019, la CNPP empezó a usar su propia unidad especial canina para acelerar las inspecciones antinarcóticos. Antes de eso, las autoridades portuarias estaban obligadas a llamar a la policía y esperar que los agentes llegaran y realizaran las inspecciones, según La Tribuna.
Puerto Cortés también carece de sistemas de inteligencia efectivos para registrar cargamentos sospechosos, y en lugar de eso dependen en su mayoría de que organismos internacionales les envíen ese tipo de información, apuntó la CNPP.
Pese a esas medidas de seguridad, los narcóticos siguen transitando por el puerto. Esto se debe en parte al enorme volumen de cocaína que se trafica por los corredores terrestres de cocaína de Honduras, que comienzan en la remota región Atlántica del país y pasan por Puerto Cortés, o por la vecina ciudad de San Pedro Sula, en tránsito hacia la vecina Guatemala.
Cerca del 4 por ciento, o 120 toneladas métricas, de los cargamentos de cocaína procedentes de Suramérica “hicieron una primera escala por aire o por mar en Honduras en 2019”, y se estima que más “transitaron por vía terrestre en Honduras luego de su primera llegada a otros países”, afirma el más reciente Informe sobre la Estrategia Internacional para el Control de Narcóticos del Departamento de Estado estadounidense.
En la vecina Guatemala, las autoridades portuarias de la costa Caribe del país enfrentan desafíos similares.
Las rutas terrestres de tráfico de narcóticos que pasan por Puerto Cortés también abastecen el flujo de cocaína a los dos puertos de Guatemala sobre el Caribe: Santo Tomás de Castilla y Puerto Barrios.
El puerto Santo Tomás de Castilla no posee actualmente tecnología de rayos X para la inspección de contenedores, como dijo a InSight Crime un agente de aduanas que pidió permanecer anónimo por seguridad.
Los agentes de policía y las unidades especiales antinarcóticos solo están facultados para hacer las inspecciones físicas de los contenedores seleccionados por un sistema computarizado, que señala alrededor del 13 por ciento de los que pasan por el puerto, según relató el mismo funcionario.